Blog personal de Ángela Beato. Escribo lo que siento. Digo lo que pienso. Procura no tomarme demasiado en serio.

martes, 13 de diciembre de 2016

El estéril debate sobre esa quimera llamada conciliación

Otra vez andamos a vueltas con la conciliación y los horarios laborales. Ahora es la ministra Fátima Báñez la que se ha propuesto buscar un pacto para que la jornada de trabajo no se alargue más allá de las seis de la tarde y nos permita conciliar. Ya sabéis que este debate es cíclico, como las serpientes de verano. Suele surgir una o dos veces al año, alimenta un sinfín de programas en los medios y tertulias en los bares, para progresivamente ir diluyéndose el interés.

El caso es que siempre que terminamos tratando este tema me da la impresión de que hay un error de enfoque. Parece que cuando se elige las seis de la tarde como barrera horaria que no habría que traspasar dentro de una oficina, imaginamos solo a trabajadoras, como si fuera una reivindicación exclusivamente femenina la de salir pitando del puesto de trabajo a golpe de campanadas. Es decir, se pide conciliación pensando en que mamá llegue a casa a una hora prudente para poder ocuparse de los niños, llevarles a danza, fútbol, música o inglés, visitar al dentista, hacer la compra y preparar la cena. 

El afterwork lo inventaron los hombres. Cuando paso a las siete de la tarde por alguno de esos bares llenos de oficinistas que se han soltado la corbata y paladean una cerveza, algunos con aspecto de tener en casa una familia numerosa esperándole, me pregunto si no han compartido ya el suficiente tiempo con los colegas del trabajo y no tienen ganas de llegar al hogar dulce hogar. Y la respuesta es, evidentemente, que no. Mejor llegar a casa cuando esté ya todo hecho y enfilado, que los niños hayan cenado y, si es posible, estén dormidos, así te evitas tener que leerles un cuento. Con un leve beso en la mejilla, paternidad cumplida. Os sugiero que observéis este tipo de locales y que incluso os atreváis a sondear a la clientela sobre su estado civil y situación personal: me atrevo a apostar que de las mujeres presentes una o ninguna tienen hijos, mientras que de ellos seguro que más de la mitad son padres. Yo he practicado mucho el afterworking en una época de mi vida, cuando nadie me estaba esperando en casa. No concibo cambiar una cena familiar con su tertulia sobre cómo ha ido el día en el colegio por cuatro cañas con los compañeros de curro, salvo en algún caso puntual que la situación lo requiera, pero no por sistema. Así que si alguien piensa que regulando de alguna manera la salida de la oficina antes de las seis de la tarde van a llenarse los hogares de padres trabajadores dispuestos a tomar el mando de la intendencia, está muy equivocado.

Hace poco charlaba sobre la conciliación y la promoción laboral de la mujer con una trabajadora de una gran superficie. Me aseguraba que en su empresa apoyaban mucho a las empleadas y daban numerosas facilidades para adaptar su situación familiar al empleo. Que incluso no había techo de cristal que romper y se podía llegar a directiva sin zancadillas. Eso sí, escarbando pude saber que son inevitables las reuniones de tarde, por ejemplo a las cinco y media. Eso quiere decir que ya no vas a salir antes de las seis, no te vas a levantar en medio de la reunión porque ya es la hora, las cosas no funcionan así. Además, a esta mujer -soltera y sin hijos, por cierto- le suele tocar también viajar en fin de semana por trabajo, un peaje que hay que pagar por ocupar un puesto de responsabilidad. Es cierto que en una empresa privada se puede llegar bien arriba, pero haciendo los mismos sacrificios que hacen los directivos, aunque ellos no lo consideren una renuncia. Es decir, delegando el cuidado de la casa y de los hijos para poder centrarte de lleno en la carrera profesional. 

Lo de poner una hora límite lo veo difícil de implantar por la fuerza en la empresa privada, que decide con total independencia cómo se gestiona, faltaría más. Y aunque de cara a la galería hay muchas compañías que ya adoptan medidas de conciliación, siempre les benefician a aquellas mujeres que tiran la toalla y se rinden a la evidencia de que habiendo brechas de género no se puede competir.

En cuanto a la administración, me temo que ahí no hay donde rascar. Los convenios colectivos de los empleados públicos no están nada mal, aunque los sueldos de media no sean para tirar cohetes. Buscad un ministerio, ayuntamiento o consejería donde haya alguien trabajando a las seis de la tarde, a no ser que tenga ese turno o deba horas. No hay mayor comodidad horaria que la que disfrutan los funcionarios y personal laboral de la administración, con siete horas y media de jornada y flexibilidad de entrada y salida. Temporalmente soy testigo directo de esta privilegiada situación y comienzo a entender esa aspiración de muchos por sacar una oposición para servir al Estado.

Sin entrar a debatir sobre lo que está ya más que demostrado, que no hay relación entre las horas de trabajo y la productividad, hay que tener en cuenta además que existen muchos empleos donde no es posible concluir la jornada laboral antes de las seis de la tarde. Pienso en el pequeño comercio o en los servicios donde se trabaja por turnos o están operativos las 24 horas del día, como las funerarias, los hospitales o los medios de comunicación, por ejemplo. El periodista no sabe de horarios. Yo cuando no tenía cargas familiares, llegué a pasar por todos los turnos posibles en la radio y hacer más horas de las que figuraban en mi contrato, sin importarme nada más que divertirme dentro y fuera del trabajo. Mi preocupación no era conciliar, porque no había nada que conciliar. Mi vida era mi trabajo, ya estaba conciliada. Pero en el momento en que decidí ser madre el globo se desinfló. Hoy cuando veo a antiguos compañeros (hombres o solteras sin hijos) viajando por el mundo allá donde surge la noticia, me nace un cosquilleo de envidia que reprimo automáticamente al pensar en cómo me las apañaría yo si tuviera que llevar ese ritmo y qué locura de logística familiar tendría que diseñar. ¡Ay! Tendrá que ser en otra vida.

1 comentario:

  1. En lo que a la administración respecta, me parece que no es del todo correcto lo que dices, si bien es cierto que gozamos de estabilidad laboral (lo que no es poco) los salarios en los últimos años no solo han sufrido una congelación sino que hemos visto como en 5 años se nos ha reducido un 10% la nómina si añadimos lo que tendriamos que haber subido enlazanos en el último lustro un 30% de pérdida de poder adquisitivo, añadiendo que la imposibilidad (por Ley) de completar la tasa de reposición ha supuesto un aumenyo considerable de volumen de trabajo.
    Hoy son pocas las administraciones que no han implantado un sistema de control horario, lo que me parece perfecto, también hoy en la administración somos conscientes de que la única diferencia entrenuestro trabajo y el de una empresa privada es que nuestros clientes son los ciudadanos así que debemos dar un servicio acorde con los impuestos que pagamos, hacerlo bien y responsablemente, las Leyes de reforma de la función pública tienen muy en cuenta este aspecto y los puestos de por vida...ya no lo son tanto.
    Otra cosa es que quien nos dirije son los mismos póliticos que nos gobiernan.
    Dicho esto la tan manida conciliacion de la vida familiar y laboral va más allá de salir a las 6, ten en cuenta que no todos los funcionarios trabajan de 7 a 15 horas y de lo que hablan es de horarios elásticos que permitan entrar fuera de la jornada de obligatoria presencia (9 a 14,30) por ejemplo para llevar y recoger los niños del cole, recuperando esas horas en función de lo que se pacte.
    La bolsa de horas, una propuesta síndical en mi admon., es un sistema que se dota de todos esos minutos que haces a mayores (si fichas un minuto antes de entrada y uno despues de salida, salen muchas horas al año x muchos funcionarios) y tira de la bolsa el que lo necesite, reuniones con tutores, médicos y un largo etc.
    El séctor público siempre es el espejo cuando pintan bastos en el privado, pero si es el anhelo de tantos...opositen y pasen por un proceso selectivo en el que lucharan por una plaza entre 1000,para ganar mil euros de los que no se escapa ni un céntimo a hacienda.
    Yo creo que sigue siendo más interesante jugar al fútbol.

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